La sensoriomotricidad es un término que engloba dos partes, dos aspectos de los niños y niñas fundamentales en su desarrollo evolutivo: “sensorio” y “motricidad”.
Empecemos por motricidad; todos entendemos esta palabra, hace referencia al movimiento, a la acción. ¿Y qué es lo más auténtico en un niño? El movimiento. Todo el mundo reconoce esa palabra en los niños, en todos los niños del mundo. Son seres incansables, que no paran ni un minuto, que son activos hasta caer rendidos. Porque el movimiento para ellos es vida, es conocer, aprender, experimentar, disfrutar, contrastar… En definitiva, VIVIR.
«La sensoriomotricidad, es la unión del movimiento con las emociones, con el sentir. Es una palabra que habla de la globalidad del niño. Y es algo consustancial al niño.»
¿Y “sensorio”, la primera mitad del término? Hace referencia a los sentidos, al sentir, a las sensaciones, percepciones, a las emociones, y a los afectos.
Sensoriomotricidad, es la unión del movimiento con las emociones, con el sentir. Es una palabra que habla de la globalidad del niño.
El niño es un ser global, al que no se le puede ver de forma fragmentada, separada: por una parte el cuerpo y por otra la mente, la psique. La mirada por partes, fragmentada, no es una visión adecuada ni ajustada al niño; al niño hay que mirarlo con una mirada global, holística.
El niño es emoción, es un ser muy sensitivo, pero a la vez muy corporal. De hecho su primer lenguaje es el corporal, es la vía por donde va a percibir el mundo, va a empezar a relacionarse con otro, con su entorno. ¿Y cómo lo hace? ¿Cuál es su medio? ¿Su seña de identidad?: la ACCIÓN, con mayúsculas.
La acción produce emoción, y la emoción crea movimiento. Sin emoción no se desarrolla el psiquismo, pero sin movimiento tampoco.
¿Y la palabra Psicomotricidad? Pues engloba el movimiento y el desarrollo psicológico.
Por tanto si hemos dicho que en el niño van unidos movimiento y emoción, la psicomotricidad es fundamental en las edades donde el movimiento y la emoción son indisolubles, hacen un todo; por tanto es muy importante en las primeras edades de desarrollo madurativo de los niños, especialmente de 0 a 3 años.
Pero no sólo con la sensorio-motricidad es suficiente para un buen desarrollo psíquico. Hace falta otro ingrediente importante que es el PLACER (sí, también con mayúsculas). Sin placer no hay una buena integración. El placer es una pieza fundamental para un buen desarrollo e integración somato-psíquica. En psicomotricidad nos gusta mucho una frase de Aucouturier; del placer de actuar al placer de pensar. Para significar el paso de la acción al pensamiento.
En las sesiones de psicomotricidad encuentran la individualidad, la satisfacción, el placer de una actividad no dirigida, que potencia la iniciativa, la autonomía y la colaboración.
La Práctica psicomotriz se divide en dos vertientes: Práctica psicomotriz educativa y Práctica psicomotriz terapeútica.